Antigua entrada del Parque flanqueada por nuestras palmeras indígenas, pindó (Syagrus romanzoffiana). Atrás se visualiza una isla de arboles que superaban con su follaje la puerta y le daba fondo.
Las especies se confunden entre cipreses cedros y/o tipas.
Esta masa vegetal debió ser suprimida para celebrar en el Parque una conmemoración religiosa. En esa época, décadas del cuarenta, se consideraba el Parque el espacio verde mas prestigioso de Salto. Debido a esta calificación el Parque debió ceder el lugar de los arboles a otros espacios necesarios para las ceremonias religiosas que allí, atendiendo a la importancia de las mismas justificaban esta medida extrema.
La multitud ocupó el lugar amplio que se esperaba. La Avenida Blandengues fue colmada, asi como también, el interior de césped verde que ofició como platea de los fieles. Para dar énfasis a la entrada de un cortejo de las más altas autoridades religiosas, se erigieron arcos de hierro forrados de hojas de palmas, simbólicas. En la base de estos arcos de hierro se plantaron incipientes santarritas. Una entrada que enmarcaba un camino solemne para quienes estarían a cargo de las ceremonias.
Ese fue el origen de los arcos floridos en púrpura, que marcaron la sensibilidad paisajística de generaciones que sucedieron a este evento. Arcos definidos además por un camino con contenido de pertenecia. Los sentimientos expresaban la trascendencia mística que quedó impresa en las huellas de quienes por allí transitaron.
Fuentes: Diario: "El Bien Público" 10 de noviembre de 1945; "Revista Diocesana Salto" Diciembre 1945 - Febrero 1946.